Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Se
nos da como Pan de vida. Eso es la Eucaristía: Un Dios que se regala
como se regala un pedazo de pan. Cristo nos vio, y nos ve, y tal vez nos
seguirá viendo con hambre, mucha hambre y sed. Hambre y sed de
felicidad, de vida, de paz y de amor. Hambre, también, de cambiar, de
ser fiel, de ser distinto. Entonces Él pensó: "Necesitan un pan
espiritual, un pan especial, y, si yo me hago ese pan, calmarán su
hambre de todo". Y así, Cristo es la vida, y comemos la vida; Cristo es
la verdad, la felicidad, la paz, y, al comerlo a Él, comemos la vida, le
verdad, la felicidad y la paz.Tenemos todo en ese pan de la Eucaristía, pero hay que tomarlo con fe. Yo preguntaría a tantos jóvenes y adultos hambrientos, angustiados, desesperanzados, buscadores de la verdad, del amor y de la felicidad: ¿Dónde van a buscar eso que necesitan? ¿Por qué no le dan a Cristo Eucaristía la oportunidad de que realmente sacie su hambre y su sed? Porqué Él nos dijo: "Venid a mí todos los que andáis fatigados y agobiados por la carga, y yo os aliviaré". ¿Creemos, o no creemos en esas palabras de Dios?
Porque, cuando nos sentimos enfermos, vamos al médico; cuando tenemos hambre, vamos a buscar pan; cuando tenemos sed, vamos a buscar agua, y, cuando por dentro en el alma sentimos hambre y sed, ¿a dónde vamos?, ¿a Jesucristo?, ¿a ese pan de la vida?
¿Qué es el Sagrario para ti?, ¿qué sacas de allí?, ¿sacas paz, energía, valor, amor, celo apostólico? Uno podría decir, si ha comulgado el día de hoy, si de veras he recibido ese Pan de Vida ¡qué felicidad, qué fuerza y qué horno de amor!